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domingo, 23 de octubre de 2011

Bienvenidos

Afortunadamente no hemos perdido las buenas tradiciones. Y una de las mejores tradiciones de esta casa era la de tenerla siempre abierta, lo cual nos permite acoger a montones de amigos que nos regalan su presencia, su experiencia y su amistad. Como prueba, aquí tenemos un buen grupo de amigos: Miguel, Pedro, Eduardo, Melchor y Beatriz (que sacó la foto), dispuestos a compartir la mesa después de haber compartido la misa. Este año no andamos sobrados de fotógrafos en nuestra comunidad, por eso escasean las fotos de nuestras visitas. Pero valga ésta como muestra de que la tradición continúa y de que, sobre todo, continúa la amistad. Si se pierde la amistad, se pierde uno de los mejores tesoros, y esa pérdida sería irreparable.
 No me cabe duda: las mejores experiencias del camino tienen siempre rostro de persona.
Hace tiempo que no recomiendo ningún libro, pero he leído recientemente uno que no quiero dejar pasar. No me ha parecido un libro "redondo", porque podría estar aún mejor, según mi humilde opinión; pero aún así, se deseáis disfrutar de la pura lectura de una obra apasionante, aquí tenéis una que merece la pena.
Cuando digo que no es una obra "redonda" es porque cabría esperar otras reacciones en los personajes, para que fuera aún más aleccionadora. Y, sin embargo, quizá uno de los logros de esta novela es precisamente que las cosas no son tan previsibles como cabría esperar; que el final no es todo lo feliz que podríamos desear, aun siendo muy feliz, y que a veces para conseguir la realización de los objetivos no siempre se va por los mejores caminos. Pero, insisto, ese es uno de los logros.
La mayoría de los protagonsitas son mujeres: niñas, adolescentes, jóvenes, adultas... Todas ellas insatisfechas, todas persiguiendo la felicidad, todas tropezando una y mil veces, todas encerradas en un mundo de apariencias y de sueños inconfesos que impiden ser plenamente felices. Y todas demostrando, de modos diferentes, que las apariencias engañan y que no hay éxito posible que no pase por la aceptación de la realidad, que necesariamente comienza por la aceptación de uno mismo y la aceptación del prójimo. Conseguido esto, todo lo demás es coser y cantar.
No descubro la trama, para no quitarle a nadie la oportunidad de sumergirse en la aventura de leer este libro. Pero animo a leerla y a disfrutarla. Ya me comentaréis.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Un día de convivencia en Corral de Almaguer

El día 17 de septiembre fue un día especial, dentro de su sencillez. Una vez más, muchos Hermanos del Sector de Madrid se dieron cita en la Dehesilla, a las afueras de Corral de Almaguer, para vivir un día de convivencia. Se suele denominar "día de la vendimia", pero no hay que engañarse, porque lo único que se vendimia ese día es amistad, buen humor y una buena comida, preparada y servida por la comunidad del Centro de Corral de Almaguer.
Es una suerte poder empezar el curso con un día de convivencia como este. Estas son fechas en las que hay mucho trabajo: programas, horarios, clases nuevas, asignaturas nuevas, planes nuevos... Parece que es un día poco propicio para "perderlo" en un mero día de convivencia, con lo mucho que hay que hacer... Sin embargo, milagrosamente, cada año se mantiene un número más que significativo de Hermanos que saben que lo realmente importante vale más que lo urgente. Y lo importante siempre son las personas, más que las cosas y los programas. Me alegro mucho de haber podido participar un año más en esta jornada y agradezco mucho a los Hermanos de Corral toda la molestia que se toman para dar de comer a tanta gente y el buen humor que derrochan al hacerlo. Un cordial saludo para todos los que participaron ese día.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Un verano intenso y apasionante

Este último verano he vivido un montón de experiencias interesantes, que están profundamente ligadas a la comunidad con la que he las he compartido: unos días en un monasterio, concretamente en el Paular; una semana en el Cottolengo de las Urdes, de donde nos trajimos un recuerdo imborrable; una semana en Taizé, de donde es esta foto, viviendo una experiencia que tampoco será fácil de olvidar... Por cierto, tanto la ida como la vuelta estuvieron muy bien aprovechadas, porque pudimos visitar comunidades de Hermanos que se encuentran en Barcelona, en Lion, en Parmenia... Después la andadura continuó con unos días de convivencia en Collado Mediano, una semana de retiro, animada por el H. Jesús Rubio, a quien le agradecimos muchísimo el servicio que nos hizo... Por supuesto, un lugar destacado lo ocupa la fecha del día 6 de agosto, en la que celebramos los votos de los novicios. Y, para terminar, diez días de encuentro con jóvenes lasalianos de toda Europa, coincidiendo con las JMJ.
Ha sido, sin duda, un verano sumamente intenso. Ahora que lo que se intensifica es el inicio del nuevo curso y andamos con mil preparativos, recordar todo lo vivido ayuda a caminar, pues muchas de estas experiencias llenan de sentido el quehacer cotidiano e invitan a aprovechar el día a día, que es donde realmente el fruto de las experiencias se tiene que notar.

martes, 30 de agosto de 2011

Ha terminado un año de intensa vida comunitaria. Un año denso, que empezó con los calores de agosto de 2010 y ha finalizado con los mismos calores en un agosto de 2011. Un camino recorrido, aprendiendo a conocernos, a aceptarnos, a labrar una amistad que ha hecho que, personas tan distintas en todos los sentidos, se hayan descubierto como amigos y como hermanos. Muchas gracias, Ottavio, por tu entrega, que a todos nos ha sorprendido. La barrera de la edad no ha sido impedimento para sentirte joven, cercano, dispuesto a todo. Gracias a ti, Joel, por todo tu bagaje de experiencias, de coherencia, de cercanía, de disponibilidad. Muchas gracias a vosotros, los más jóvenes: Javier, Fabrice, Christophe, Martín, Ernest, Antonio, por todo lo vivido, por lo que nos habéis enseñado, por vuestro empeño por aprender, por haber sido siempre tan naturales, por haberos creído que el proyecto sólo se podía vivir con la entrega de cada uno, y haber estado dispuestos a hacerlo.
Espero, de corazón, que el nuevo camino recién iniciado os llene de alegría. Que sigáis descubriendo que el camino de la entrega es el único camino que se puede recorrer para llenar de sentido la vida. Que en la formación que seguiréis viviendo y en la misión que iniciáis o que retomáis, sigáis corroborando que el camino que habéis elegido es el vuestro. Que en vuestras nuevas comunidades encontréis lo que buscáis, y que quienes viven en comunidad con vosotros sientan el don que les ha llegado en cada una de vuestras personas. Espero que podamos seguir en contacto.

jueves, 4 de agosto de 2011

La soledad de los números primos

Soy un lector empedernido. Me recuerdo siempre, desde que era muy pequeño, de ser un auténtico doracor de libros. Actualmente, son los libros de filosofía, de teología y de ensayo los que más ocupan mi tiempo; pero mi verdadera pasión es la literatura. Y hace ya meses leí uno de esos libros que difícilmente uno olvida: "La soledad de los números primos". Como es un libro que ha tenido un éxito editorial impresionante, no merece la pena escribir el argumento. Destaco sólo la capacidad de Paolo Giordano para transmitir la sensación de soledad que mueve a sus protagonisas; el modo en que ha superado la dificultad de ofrecer al lector la posibilidad de entrar en un universo en el que compartir la situación de quien sufre muchos males:  la anorexia, la incomprensión, la carga de una culpa feroz... La sutileza con que ha descrito los paisajes interiores por los que los propios protagonistas caen víctimas de sus propias contradicciones...  Recomiendo este libro encarecidamente a cualquiera que guste de la literatura, pero muy especialmente a los educadores, que posiblemente a lo largo de su vida se encuentren entre sus alumnos con situaciones similares. Y, desde luego, a cualquier persona que quiera conocerse un poco más a sí mismo, porque no hay duda de que todos guardamos en nuestro interior algo parecido a la experiencia de estos números primos. 

La gente de la calle

Hace dos años conocí a unas personas a las que sigo admirando y de las que me siento feliz de considerar amigos. Se trata de un grupo de hombres y mujeres que se denominan "Comunidad de Sant Egidio". Con ellos he podido acercarme a la gente de la calle, que vive en pleno centro de Madrid, y que sabe lo que es vivir en auténtica penuria. Todos los miércoles nos vemos en la ruta que realizamos, a la que nos encaminamos con alimentos y ropa, pero sobre todo con el deseo de ofrecer cercanía y calor humano, que es lo más importante. No es nada extraordinario, de verdad, porque decir lo contrario sería mentir. ¡Es tan poco lo que hacemos! Sin embargo, ¡es tanto lo que hay que escuchar, lo que se puede compartir con la excusa de la sopa caliente del invierno o del gazpacho frío del verano! Quiero animar a los miembros de la comunidad, a los que están siempre ahí, sea nochebuena, nochevieja, final de la copa del mundo, día del propio cumpleños... ¡Siempre, nunca faltan a la cita! Y quiero saludar a los amigos de la calle, los que nos conceden el privilegio de su confianza y su apertura.